Abrazar a los demás parece que no solamente ayuda a mantenernos sanos sino
que aporta elementos que curan la depresión, reducen el estrés y además
fortalece el sistema inmunológico.
El tiempo que dura un abrazo en Occidente es de
unos tres segundos; sin embargo, los investigadores afirman que si el abrazo
dura más de veinte segundos, tiene efectos terapéuticos, tanto en el cuerpo
como en la mente.
Un abrazo “extendido” libera oxitocina, la
hormona que se asocia a todos los fenómenos que se producen en el cuerpo cuando
surgen emociones positivas. La liberación de la hormona se produce no solamente
durante el abrazo convencional extendido, sino que puede ocurrir cuando
acariciamos un animal, bailando con una pareja e incluso cuando entramos en
contacto sin estrecharnos uno en el pecho del otro, sino simplemente
entrelazando brazos.
El abrazo está ligado a mejoras en la memoria,
en tanto al reducirse los niveles de ansiedad y estrés es más fácil recordar
cosas. Con lo que también se beneficia la salud cardiovascular y reduce la
presión sanguínea.
De acuerdo con investigadores, los abrazos reducen
algunos de los síntomas de senilidad en personas mayores de 70 años, cuando se
tiene esa costumbre de manera constante.
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